La historia cuenta con las mismas características de las otras telenovelas que han sido exitosas en Televisa (Univision) y que combinan la comedia extremadamente simple y las diferencias de las clases sociales. Algunos ejemplos de estas novelas son “Una Familia Con Suerte” y “Hasta que el Dinero nos Separe”. Yo no soy fan de este género de novelas pero reconozco que tienen gran aceptación entre la audiencia, especialmente entre las de bajo nivel socioeconómico, inclusive los actores de La Vecindad son los típicos de las historias de este tipo, solo falta Carmen Salinas para completar el elenco.
La premisa de la historia en que los ricos pierden todo y se ven obligados a vivir con los pobres y adaptarse una nueva realidad es extremadamente parecida a la historia de la película estrenada el año pasado y de gran éxito, Nosotros los Nobles. La narrativa o manera en que está escrita la novela es muy ligera pero sin caer en lo absurdamente tonta y hasta el momento no es nada vulgar. Después de una semana al aire hay que reconocer que la novela tiene un buen ritmo y que las actuaciones de Jaime Camil, Zuria Vega, Mark Tacher, Ingrid Martz y Sylvia Pasquel son adecuadas para el tipo de historia que están contando. Jaime Camil una vez más tiene el personaje del niño rico que se enamora de la pobre y Zuria Vega es la pobre que siempre se enamora del rico. Los personajes son exagerados en todos los aspectos, los ricos son increíblemente ricos y absurdamente ridículos mientras que a los pobres les pasa todo y son inmensamente felices con la unión familiar.
Un aspecto importante a destacar es la repetición de los escenarios exteriores dela casa de los ricos, ya la vimos en Sortilegio y en otras producciones recientes de Televisa. Igualmente, las oficinas siguen siendo el complejo de oficinas de Televisa en Santa Fe.
En resumen es un historia entretenida, que no pasa nada si no la ves por unas semanas y la vuelves a ver después. Es lo que llamo, un programa que ver cuando no hay absolutamente nada más en la TV y no sabes que más hacer.
Diego R. Villatoro